La mujer de hoy
La mujer me parece el ser más perfecto que existe sobre el planeta.
Es posible que no sea capaz de orientarse sobre un mapa, incluso puede que necesite ahogar sus frustraciones yéndose de compras, pero, su cerebro trabaja a muchas más revoluciones que un acelerador de partículas y sus sentidos perciben más de un millón de unidades sensoriales de forma simultánea.
Dejémosla que cumpla trescientos años más y que llegue a comprender que esas particularidades, que aun hoy muchos de los hombres y bastantes de las propias mujeres ridiculizan, no son sino un lado más de su caleidoscópica y atractiva personalidad. Démosle tiempo para darse cuenta de que parte de esas frustraciones que la poseen no son más que miedo a no responder al estereotipo masculino. En ese mismo momento tendrá una fuerza imparable.
Pero, esa misma mujer, a la que en ocasiones hoy en día solemos proteger como ser indefenso e inmaduro. Esa mujer a la que jueces vienen tratando como adolescente de espíritu puro y mente cristalina. Esa mujer que, socialmente siempre está protegida de un marido o exmarido supuestamente maltratador aunque en algunos casos sea ella la maltratadora (pero eso no es de interés de nadie) . Esa mujer a la que no le importa destruir la imagen tan valiosa de padre para sus propios hijos porque el egoísmo la corroe. Esa pobre mujer que confunde amor con finanzas. Esa queridísima mujer que por desgracia nos deja a las demás en ridículo al no hacer uso más que de su instinto de supervivencia y depredador de la época de las cavernas. Esa, ... lamentablemente, también es la mujer.
En estos casos, no nos engañemos, es el hombre quien viene sufriendo en silencio las consecuencias del chantaje emocional inflingido a sus hijos por parte de ella. Es el hombre quien, en silencio vive, llora, sufre con impotencia el deterioro psicológico que observa en sus propios vástagos. Es él el desheredado que, de pronto se queda sin nada, sin casa, sin medios económicos, sin hijos, sin afectos, sin sombra, sin espíritu. Es él quien no encuentra amparo social, legal, porque se le trata como a un adulto, a un adúltero, aun cuando sea ella quien se haya hartado de él , qué más da.
La mujer me parece el ser más perfecto que existe sobre el planeta.
Es posible que no sea capaz de orientarse sobre un mapa, incluso puede que necesite ahogar sus frustraciones yéndose de compras, pero, su cerebro trabaja a muchas más revoluciones que un acelerador de partículas y sus sentidos perciben más de un millón de unidades sensoriales de forma simultánea.
Dejémosla que cumpla trescientos años más y que llegue a comprender que esas particularidades, que aun hoy muchos de los hombres y bastantes de las propias mujeres ridiculizan, no son sino un lado más de su caleidoscópica y atractiva personalidad. Démosle tiempo para darse cuenta de que parte de esas frustraciones que la poseen no son más que miedo a no responder al estereotipo masculino. En ese mismo momento tendrá una fuerza imparable.
Pero, esa misma mujer, a la que en ocasiones hoy en día solemos proteger como ser indefenso e inmaduro. Esa mujer a la que jueces vienen tratando como adolescente de espíritu puro y mente cristalina. Esa mujer que, socialmente siempre está protegida de un marido o exmarido supuestamente maltratador aunque en algunos casos sea ella la maltratadora (pero eso no es de interés de nadie) . Esa mujer a la que no le importa destruir la imagen tan valiosa de padre para sus propios hijos porque el egoísmo la corroe. Esa pobre mujer que confunde amor con finanzas. Esa queridísima mujer que por desgracia nos deja a las demás en ridículo al no hacer uso más que de su instinto de supervivencia y depredador de la época de las cavernas. Esa, ... lamentablemente, también es la mujer.
En estos casos, no nos engañemos, es el hombre quien viene sufriendo en silencio las consecuencias del chantaje emocional inflingido a sus hijos por parte de ella. Es el hombre quien, en silencio vive, llora, sufre con impotencia el deterioro psicológico que observa en sus propios vástagos. Es él el desheredado que, de pronto se queda sin nada, sin casa, sin medios económicos, sin hijos, sin afectos, sin sombra, sin espíritu. Es él quien no encuentra amparo social, legal, porque se le trata como a un adulto, a un adúltero, aun cuando sea ella quien se haya hartado de él , qué más da.
Es él quien debe pagar la culpa de que la unión no funcione, es él quien debe seguir cargando con el trono el resto de sus días por haber sido “malo”.
La sociedad tiene que encontrar un culpable y lo ha encontrado en el ser más débil psicológicamente hablando: en él.
Soy una defensora de la mujer pero no de esa especie de mujer, de esa me avergüenzo.
Creo en la mujer libre, capaz, autónoma, orgullosa, autosuficiente, respetuosa, guapa (por qué no), inteligente, madura y responsable. En la mujer que toma decisiones y acepta los éxitos o fracasos de ellas. Esa es la mujer que debería conquistar su puesto en la sociedad.
Soy una defensora de la mujer pero no de esa especie de mujer, de esa me avergüenzo.
Creo en la mujer libre, capaz, autónoma, orgullosa, autosuficiente, respetuosa, guapa (por qué no), inteligente, madura y responsable. En la mujer que toma decisiones y acepta los éxitos o fracasos de ellas. Esa es la mujer que debería conquistar su puesto en la sociedad.
Intentemos que la sociedad nos coloque a cada una en nuestro lugar.