miércoles, 27 de junio de 2007

La mujer de hoy

La mujer de hoy

La mujer me parece el ser más perfecto que existe sobre el planeta.
Es posible que no sea capaz de orientarse sobre un mapa, incluso puede que necesite ahogar sus frustraciones yéndose de compras, pero, su cerebro trabaja a muchas más revoluciones que un acelerador de partículas y sus sentidos perciben más de un millón de unidades sensoriales de forma simultánea.

Dejémosla que cumpla trescientos años más y que llegue a comprender que esas particularidades, que aun hoy muchos de los hombres y bastantes de las propias mujeres ridiculizan, no son sino un lado más de su caleidoscópica y atractiva personalidad. Démosle tiempo para darse cuenta de que parte de esas frustraciones que la poseen no son más que miedo a no responder al estereotipo masculino. En ese mismo momento tendrá una fuerza imparable.

Pero, esa misma mujer, a la que en ocasiones hoy en día solemos proteger como ser indefenso e inmaduro. Esa mujer a la que jueces vienen tratando como adolescente de espíritu puro y mente cristalina. Esa mujer que, socialmente siempre está protegida de un marido o exmarido supuestamente maltratador aunque en algunos casos sea ella la maltratadora (pero eso no es de interés de nadie) . Esa mujer a la que no le importa destruir la imagen tan valiosa de padre para sus propios hijos porque el egoísmo la corroe. Esa pobre mujer que confunde amor con finanzas. Esa queridísima mujer que por desgracia nos deja a las demás en ridículo al no hacer uso más que de su instinto de supervivencia y depredador de la época de las cavernas. Esa, ... lamentablemente, también es la mujer.

En estos casos, no nos engañemos, es el hombre quien viene sufriendo en silencio las consecuencias del chantaje emocional inflingido a sus hijos por parte de ella. Es el hombre quien, en silencio vive, llora, sufre con impotencia el deterioro psicológico que observa en sus propios vástagos. Es él el desheredado que, de pronto se queda sin nada, sin casa, sin medios económicos, sin hijos, sin afectos, sin sombra, sin espíritu. Es él quien no encuentra amparo social, legal, porque se le trata como a un adulto, a un adúltero, aun cuando sea ella quien se haya hartado de él , qué más da.
Es él quien debe pagar la culpa de que la unión no funcione, es él quien debe seguir cargando con el trono el resto de sus días por haber sido “malo”.
La sociedad tiene que encontrar un culpable y lo ha encontrado en el ser más débil psicológicamente hablando: en él.

Soy una defensora de la mujer pero no de esa especie de mujer, de esa me avergüenzo.
Creo en la mujer libre, capaz, autónoma, orgullosa, autosuficiente, respetuosa, guapa (por qué no), inteligente, madura y responsable. En la mujer que toma decisiones y acepta los éxitos o fracasos de ellas. Esa es la mujer que debería conquistar su puesto en la sociedad.
Intentemos que la sociedad nos coloque a cada una en nuestro lugar.

¡Mamá, quiero gusanitos!

- ¡Mamá, quiero gusanitos!
- ¡Calla! ¿ no ves que estoy comprando?
- Porfa, ¡cómprame gusanitos!
- Este niño, ¡me da dolor de cabeza!.
- ¡Si no me compras gusanitos no me comeré la comida!
- (Silencio de la madre).
- ¡Tonta, eres tonta! ¡Quiero gusanitos y ya está!
- Venga, Antoñito, para que me dejes tranquila, ¡toma gusanitos!


Claustro de profesores del instituto:
- Ya sabéis todos que este curso debemos poner en práctica los planteamientos de la nueva ley de educación, desarrollando en nuestro alumnado una actitud de motivación hacia el estudio y el trabajo, haciéndoles sentirse protagonistas de su propio proceso de aprendizaje. Que el aprendizaje se adapte a cada una de sus necesidades, a su personalidad y a sus preferencias. Siempre, tened en cuenta, que lo importante son nuestros alumnos. Todos son capaces de conseguir el éxito si el esfuerzo del profesorado está presente. Para ello diseñaremos diferentes niveles de actividades que respondan a los diversos grados de interés y capacidad de cada uno de ellos, así como distintos modelos de organización del aula y del trabajo para que cada uno encuentre su espacio y su modalidad de aprendizaje. Estoy seguro de que si todos asumimos este bonito reto, nuestro alumnado conseguirá las más altas cotas de éxito escolar.

- Papá, a Miguel le han comprado sus padres una moto para ir al instituto.
- Los padres de Miguel tendrán mucho dinero.
Dos meses más tarde llega una nota del instituto a casa de Antonio: “Les comunicamos que su hijo Antonio no asiste a las clases de primera hora de la mañana desde hace más de un mes”.
- Pero Antonio ¿cómo has podido hacernos esto a nosotros? ¿No te das cuenta de que estás jugando con tu futuro? Nosotros que te lo damos todo para que seas feliz y así nos lo pagas.
- Todo no mamá, yo necesito precisamente una moto para ir al instituto, ¿te das cuenta cómo estoy llegando tarde todas las mañanas?
- (Quince días más tarde): Antonio, tu madre y yo hemos decidido que te vamos a comprar la moto, pero, se acabó el faltar a clase ¿vale?
- ¡Vale!. ¡Sois los mejores padres del mundo!


- Antonio, hace más de quince minutos que sonó el timbre para entrar a clase, ¿qué explicación pues dar a tu retraso?
- Ya vale profe. Siempre el mismo sermón.
- Pero bueno, te he hecho una pregunta ¿puedes responder?
- ¡Pues no, corta el rollo!
- Antonio, no me parece correcto que me respondas así, creo que todos merecemos una explicación, al fin y al cabo nos has interrumpido en plena actividad y aquí hay unas normas que todos debemos cumplir.
- Mira profe, no me comas la cabeza. Tengo cosas más importantes en qué pensar. Te estás poniendo un poco plasta. Olvídame, ¿vale?

- Antonio, tienes 35 años y has cambiado 7 veces de trabajo, en ninguno has estado más de 3 meses y siempre es lo mismo: que si no es el trabajo que tú mereces, que si el jefe te ha tomado manía, que si el compañero te miraba mal, que si cobrabas poco. La vida hay que tomarla con más responsabilidad. No es fácil para nadie. Tu padre y yo trabajamos diez horas diarias para mantenerte a ti y a tu familia.


- Oiga, camarero, haga el favor de venir.
- Dígame.
- Mire, en el techo hay goteras, como usted nos ha colocado en la mesa que está justo debajo, ha caído agua en la ensalada y en la fuente de carne asada. Ahora tiene que cambiarnos de sitio y traernos otros platos.
- Perdone, pero es muy raro lo de la gotera. En fin, intentaré cambiarles inmediatamente.
- Antonio, el camarero se lo ha tragado.
- ¡Qué guay papá, no te ha visto nadie tirar al techo la coca cola!, además, como siempre, ese hombre va a hacer lo que tú le has dicho.
- ¿Qué os creéis…? Luisito, tu padre siempre tiene razón. A esta gente hay que tratarla así, en este país hacen falta personas como yo: con decisión y empuje.


- Mire, señorita, yo ya no sé qué hacer con Luisito, yo creía que por las mañanas, cuando le dejaba delante del colegio entraba a clase y ahora usted me dice que muchos días no le ve, que no viene al colegio. En casa no me cuenta lo que hace. Su padre no me escucha cuando le hablo. Yo ya no sé qué hacer. Además los Servicios Sociales me prometieron que me iban a ayudar pero no me contestan y se lo advertí: yo sola no puedo.

- (cuatro años más tarde): - Luís: ¿y esa cicatriz en el brazo?
- Maestra, esos se creían que me iban a meter miedo. Estábamos en el bar y uno de ellos me miraba y yo le dije: tú, ¿qué miras?, a mí no me mira nadie. Le empujé, le metí un puñetazo en la barriga, y luego otro en la cara. Fue genial. Entonces él sacó una navaja y me cortó en el brazo, son sólo tres puntos pero el sábado que viene vamos a volver a darnos una paliza su banda y la mía. ¿Ese que se cree? Entonces se va a armar una buena.

- Este tribunal declara al acusado inocente de homicidio al considerarlo homicidio negligente ya que éste ignoraba que la acción que llevó a cabo podía producir la muerte de la persona.
- Señoría, la víctima estaba tranquilamente tomando una cerveza cuando el acusado se abalanzó sobre él y le asestó 9 puñaladas siendo tres de ellas mortales, ¿a esto le llama usted negligencia?
- Escuche señor letrado, estamos en un estado de derecho que vela y protege los derechos humanos. El acusado recibirá ayuda psicológica durante el tiempo necesario hasta que logre reestablecer su equilibrio mental y emocional, ofreciéndole posteriormente la posibilidad de reinserción en la sociedad. Todo ser humano tiene derecho a la compasión y a la comprensión.

(Mientras tanto, en el pueblo de Luís): -Queridos conciudadanos, ante todo gracias por venir. Ya sabéis que mi única preocupación como futuro alcalde de este pueblo será aumentar el nivel de bienestar social. Ofreceros mejores servicios que nos proporcionen a todos una mayor y mejor calidad de vida. Con mi mandato, las familias tendrán derecho a recibir una educación de calidad en centros que se preocupen por hacer felices a nuestros hijos, por garantizarles una formación y un futuro como seres libres. Unas instituciones sociales preparadas para las demandas de las familias que lo necesiten y una justicia que vele por proteger nuestros derechos y los de nuestros hijos.

Esta es mi protectora y segura sociedad.

(La casi totalidad del contenido recoge hechos reales)

sábado, 23 de junio de 2007

mi primer hijo

Cuando tuve mi primer hijo, la responsabilidad me invadió, la alegría de ser madre quedó en parte anulada por el miedo a lo desconocido, algo me decía que mi vida estaba de alguna manera hipotecada para el resto de mis días. El horizonte estaba repleto de interrogantes ¿sabré hacerlo? ¿En qué punto se solaparán el amor y la disciplina? ¿Cómo sabré cuándo estaré respondiendo a sus necesidades reales y cuándo seré manejada por sus caprichosas actitudes? ¿Qué es amor y qué es consentimiento?
Todas estas preguntas y mil más se paseaban alegremente por mi cabeza recién estrenada la maternidad.

Veintinueve años han pasado desde esos días.
Cuando le veo escuchar con paciencia mientras le hablan, preocuparse por los demás cuando le necesitan, cambiar de canal la TV si intuye que a su compañera no le gusta el fútbol, diferenciar entre su tiempo y el de los demás, pedir disculpas cuando se equivoca, algo me dice que mi intuición de entonces no estuvo tan desacertada. El amor no es consentimiento, no es ñoñería, no es fácil. Ceder al chantaje emocional no me hubiese llevado más que a sufrir las consecuencias de una actitud caprichosa, egoísta e inútil de un hijo inmaduro que, casi a los treinta años, podría estar aun manteniendo en casa, quejándose de un mundo hostil que no le comprende, y de una sociedad que no le ha preparado el trono para sentarse.

Tampoco es fácil decir que no, en muchas ocasiones. Ellos tienen todo el tiempo del mundo para insistir en sus actitudes antojadizas, nosotros siempre medimos el tiempo con el segundero y queremos saltar por encima de las situaciones sin dejar un milímetro de piel en ellas y accedemos a sus demandas -¡ya se harán mayores y comprenderán! Comprenderán ¿qué?, ¿que el mundo les debe todo?.
Me siento orgullosa de recordar esos momentos en los que debí decidir si darle una alegría gratuita o no rendirme a sus caprichos y me decidí por lo segundo, la vida es un continuo ensayo de prueba-error.
La guardería también contribuyó a colocarle en su sitio. Le enseñó a no disfrutar del juguete que hubiese deseado en un momento dado porque lo estaba trasteando su amiguito de clase, a esperar, a buscar otro entretenimiento. Le enseñó a asumir las consecuencias de sus actos, al igual que lo hizo más tarde el colegio, el instituto, la universidad y ahora su propia responsabilidad laboral.
Sin embargo, me pregunto yo, ¿qué pensará mi hijo cuando ve que una persona que mata a otras puede ser declarada culpable o matizablemente culpable, en función de los intereses de un grupo o de una situación determinada?. ¿Qué explicación encontrará al hecho de que a un asesinato pueda llamarse accidente dependiendo de quién lo describa?.
Tal vez las definiciones haya que cambiarlas, por ejemplo:
Hasta ahora asesinato era: crimen alevoso o premeditado.
Tal vez habría que cambiarlo por: accidente que acontece por torpeza de la víctima.
Recluso se definía como: que está encarcelado.
Pero actualmente sería más aconsejable: persona que, dependiendo de quién sea o el interés que despierte, puede estar en casa, en el cine, en la cárcel o haciéndose la manicura. Siempre depende.

No me siento segura cuando, quien tendría que tener las ideas claras para dirigir una sociedad madura, aun sigue estando en plena adolescencia, teniendo actitudes consentidoras que no conducen más que a volver cada día más caprichosos y egoístas a unos en detrimento de otros, los hermanos mayores, a los que siempre se nos exige comprensión, abnegación, esfuerzo y sacrificio. Todos somos iguales. ¿O no?

viernes, 22 de junio de 2007

educación para la ciudadanía

Pronto vamos a tener en las aulas unos nuevos contenidos para ayudar a nuestros alumnos a ser más ciudadanos.
Es algo tremendamente necesario porque sin éstos no sé cómo vamos a convertirles en personas respetuosas, coherentes, empáticos y con sentido de lo social.
Por nuestro bien y el de nuestro alumnado, espero que cada editorial esté ya creando su libro de texto a respecto. Con bonitas portadas, con diferentes unidades didácticas en las que queden reflejados los contenidos, objetivos, metodología, criterios de evaluación y atención a la diversidad (aspectos fundamentales para los docentes). Y que cada una de sus páginas esté llena de ilustraciones que reflejen imágenes hogareñas en las que aparezca el padre fregando los platos, la madre leyendo, y sus dos hijos –uno adoptado y japonés y la otra, hija natural- plácidamentente sentados en la alfombra del salón escuchando a su abuelo contarles un cuento.
Yo he creído siempre que el sentido ciudadano se iba creando minuto tras minuto en el aula, en el centro, en la familia, en el pueblo, mientras convivimos. He estado convencida de que la unidad didáctica debía ser la vida misma.
Siempre he creído que es preferible invertir el dinero, el tiempo y el esfuerzo sociales en solucionar las situaciones de muchas familias que permiten a sus hijos, ya con 10 años de edad, hacerse la comida solos en casa, estudiar solos por la tarde, ir al colegio sin desayunar, incluso esperarles para que limpien la casa y atiendan a su hermano menor, o, simplemente, que dejan de venir al colegio sin más (esos casos con los que convivimos los docentes cada curso escolar), y no dedicarnos simplemente a preparar funcionarios para poder dar estos contenidos o nombrar nuevos cargos directivos que controlen esta nueva experiencia o nuevas comisiones de seguimiento y coordinación , etc.. Ya que, la evaluación final de todo esto será: más personal beneficiado a nivel laboral, más literatura, más material escolar, más horario de trabajo y de formación complementario sin remunerar, más sensación de impotencia para los que entendemos que esto se soluciona de otra manera, las mismas situaciones de violencia e injusticia para estos niños y niñas y la misma permisividad en la falta de responsabilidad para los que la debieran haber asumido desde el principio.
Es una vida paralela que transcurre en su crueldad mientras le vamos sacando brillo a esa otra virtual.
Siempre he estado convencida de que la escuela, a través de la creación de normas de aula, el desarrollo de la asamblea de clase, la propuesta y aprobación de estrategias de modificación de conducta de forma democrática por parte del alumnado con asesoramiento del tutor, la resolución de conflictos surgidos en el aula, proporcionaba una experiencia previa que colaboraba a la preparación para ser un ciudadano .
He estado convencida de que la mejor manera de aprender a vivir es viviendo. De que no necesitaba ni fichas ni temario para ayudar a mis alumnos a enfrentarse a los retos de cada día, favoreciendo que cada uno encontrara su posición, su lugar en el grupo-clase; se reconociera en lo que compartía y se diferenciase en lo que le hacía especial y diferente.
Me siento decepcionada al pensar que todo lo que he hecho hasta ahora no es educación para la ciudadanía. Entonces ¿qué es?.
A partir de ahora aprenderán a respetarse en el tema 1, a compartir en el tema 3, a no romper los bancos del parque en el tema 7 y como tendremos tantos temas que dar, lógicamente no nos va a quedar tiempo para solucionar los conflictos surgidos en el aula, en los recreos, ni tampoco tendremos tiempo para preparar las entrevistas con las familias para crear estrategias de intervención comunes revisables periódicamente, pero, eso sí, a final de curso, los kilos de papel que hayamos utilizado para elaborar las memorias que se envían a la inspección reflejarán un interés profesional digno de las mejores alabanzas y quienes sólo se preocupan de que todo se justifique por peso podrán seguir durmiendo tranquilos con la satisfacción del deber cumplido.
¿Es posible que aun seamos tan ingenuos que nosotros mismos, los profesores, no tengamos nada que decir en todo esto?
Parece como si, de repente, no tuviésemos más de 15 años de edad mental.

domingo, 17 de junio de 2007

reflexiones sobre el maestro

Aburrida y decepcionada inicio este momento de silencio y reflexión.
Cuantos más años tengo, menos asumo las reglas del juego. La madurez es sabia, dicen por ahí, tal vez lo sea, pero no sé en qué: ¿en esquivar los golpes?
¿en disimular? ¿en mentir mejor? ¿en no tomar parte por nada? Aunque pensándolo un poco… tal vez sería pura maestría llegar a conseguir esta actitud.

Es gratificante
volver la vista atrás y con emoción lanzar un suspiro de satisfacción al comprobar que durante 32 años, he trabajado como fiel funcionaria docente, cumplidora y responsable. Me siento orgullosa cuando analizo todos esos momentos de flaqueza: resfriados, migrañas, faringitis, afonías, que me han acompañado a lo largo de este recorrido y que casi nunca han sido motivo de baja laboral para no contrariar a mi sentido de la responsabilidad.
Es admirable esa actitud humilde con la que he aceptado mi papel de docente activa mientras mis superiores me presentaban, cada cierto tiempo, la nueva ley de educación que iba a solucionar todos los problemas que se venían acumulando desde la aplicación de la anterior.
Ahora, esta última ley nos promete más autonomía, más promoción interna, más democracia, mejores resultados para el alumnado, la solución a todos los conflictos y yo sigo soportando sobre mis espaldas el mismo peso y responsabilidad que siempre ¡Ah! y lo de la promoción interna aun no sé lo que es.
Las cosas cambian porque cambiamos nosotros, la sociedad. La escuela avanza porque los maestros aun seguimos conservando una dosis de romanticismo que nos empuja hacia adelante.
No nos engañemos con arcoíricos planteamientos ilustrados, que no son más que palabras en el aire. La escuela la sacamos adelante, la trabajamos, la soñamos, la sufrimos, la mimamos, los maestros y maestras .
Esos funcionarios mudos que no están más que para trabajar porque para hablar de la escuela ya están todos los demás, …, personas muy preparadas, que han utilizado gran parte de su tiempo en pensar sobre la escuela, o en informarse sobre lo que en ella ocurre. Nosotros no tenemos que informarnos, somos ella, no tenemos tiempo para pensar en ella, la vivimos.

Una vez más, hacen algo sin contar conmigo. Creen que por ser maestro también voy a solucionar el problema económico de mi país y de forma unilateral acuerdan que deben bajarme el sueldo. Nadie me ha preguntado mi opinión, pero están seguros de que lo comprenderé y además tienen plena confianza en mí, porque nunca he protestado por nada y saben que seguiré preparándome mis clases con la misma profesionalidad de siempre y que dedicaré todo mi tiempo a mi alumnado con el mismo romanticismo inicial.
Por algo se dice que los maestros somos uno de los pilares de nuestra sociedad.